El siguiente texto es un ejercicio de escritura en el cual es elaborada una historia a partir de la visualización de una imagen.
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Una noche en San Petesburgo de la Rusia soviética de 1960, la señorita Larissa se estaba preparando para embarcar un viaje en tren, hacia la capital Moscú, en las próximas horas. Esta hermosa dama, de cabello castaño, ojos negros, de mirada interesante y cara perfilada que hace de sus rasgos una mujer muy bella, se encuentra alistada en la aviación y será promovida en los próximos días como Teniente por sus superiores. Por esa razón es que debe salir por primera vez, al menos por vía terrestre, de su ciudad natal en un viaje que imagina será fantástico.
Para esa promoción fueron convocadas una selecta cantidad de mujeres de toda la confederación Rusa. Ella es la única de esa ciudad y es la envidia de mucha de las féminas de allí, porque además es inteligente, aplicada y exitosa en sus estudios.
El mundo de la milicia es uno donde ella no encaja. Su madre siempre le decía que cuando tuviera edad para trabajar sería costurera igual que ella. Pero al cumplir la mayoría de edad, eligió otro camino. Se alistó para servir a su patria, cosa que hace hasta el día de hoy a sus 22 años.
Toda la familia vive preocupada por el bienestar de Larissa, ya que ellos saben que la vida militar es una vida ruda y llena de sacrificios; además de la tensión que se respira en todo el mundo debido al enfrentamiento ideológico, político, económico, tecnológico y también militar que existe en este momento debido a la Guerra Fría.
Por su parte, Larissa se siente orgullosa de servir a su país de esa manera y además se muestra muy entusiasta sobre las cosas puedan suceder los días próximos.
Ella aún es una chica inocente. Curiosamente nunca se ha sabido que haya tenido o que tenga algún pretendiente, ni nada por el estilo. La verdad es que ella es una muchacha que no está apurada en conseguir pareja; prefiere tomarlo con calma y mantenerse enfocada en sus estudios. En su mente está que el día que conocerá a esa persona eventualmente llegará, pero no hay que preocuparse por ello mientras transcurre su espera.
El tren que ella tomará parte a las 10 de la noche y será un viaje de 8 horas hasta su destino, viaje que quizás cambiará su vida.
Ya a las 9 y media Larissa está en el andén esperando la llegada de su transporte. Luego de unos minutos se le acerca un hombre apuesto, de estatura promedio y bien vestido para pedirle un encendedor ya que el suyo lo había dejado en el hotel. El hombre supuso que lo más probable era que la señorita fumara, quizás por el uniforme que llevaba puesto. Para su sorpresa ella no hacía eso, al contrario, llevaba una vida sana sin ningún tipo de vicios.
A pesar de no haber conseguido lo que quería, el hombre comienza a buscarle conversación; le comenta que es un tipo que está en esa ciudad por negocios y que su trabajo es viajar a través de toda Europa consiguiendo clientes. Así comenzó a hablarle por varios minutos.
Larissa sólo escuchaba. No tenía ánimos de hablar. Pero por alguna extraña razón le agradaba estar en compañía de ese desconocido, pensaba que quizás así no se aburriría en ese viaje tan largo.
A eso de las 10:15 los llaman para abordar el tren. Cuando suben en él, ella observó lo hermoso que era por dentro y quedó impresionada. No esperaba tal contraste entre la luz cálida, los lujosos asientos de madera con detalles de oro y el gran espacio que había allí adentro. Era en realidad un lugar muy acogedor.
El hombre, que también pensó que sería un viaje muy largo y aburrido, la invita a sentarse con él para continuar charlando, conocerse mejor y así tener la sensación de que el viaje se hace más corto de lo que es realmente.
Cuando todo comenzó, el hombre imaginaba que, luego de 5 horas hablando y conociéndose, Larissa de alguna manera sentiría al menos una pequeña atracción hacia él; pero hasta ese punto, para su sorpresa, la señorita no había mostrado ningún tipo interés de esa manera hacia ese extraño que pocas horas atrás acababa de conocer.
En busca de otra oportunidad el hombre le promete a Larissa que estará presente en su promoción y que luego de eso la llevará a cenar por allí para celebrar como se debe. Ella inocente como siempre acepta sin ningún problema. Justo después de esa invitación el tren llega a su destino, ambos bajan de él. Se despiden. Y comentan que se verán tal y como planearon.
Minutos después Larissa se pregunta cuál será el nombre de ese tipo; extrañamente, a pesar de estar casi 9 horas juntos, ninguno de los dos mencionó el suyo. Menos mal que tendría la oportunidad de salir con él ese día en la noche y así podría preguntárselo.
No era sólo eso, durante todo el día no pudo sacarse al hombre de la mente, era la primera vez que le ocurría algo parecido. Así pensó de nuevo, que era bueno que lo viera ese mismo día para comentárselo.
Luego de un sueño rápido en el hotel, se prepara para el acto de ascenso que tanto esperaba. Se vistió con su pulcro uniforme militar y se maquilló hasta quedar tan hermosa que ni ella misma lo creía. Sentía que estaba de ánimo para pasarla bien y disfrutar de una noche que quizás sería una de las mejores de su vida. Confirmar su ascenso en la milicia y conocer mejor a ese hombre que quizás sería el que acabaría con su espera, pensó que sería perfecto.
Con ese mismo entusiasmo llegó al lugar del acto, puntual como siempre. Allí conoció a muchas de las que serían ascendidas con ella y muchas otras personas importantes del ejército ruso. Pocos minutos después de su llegada de dio inicio al acto y Larissa pasó a formar filas con sus compañeras.
Lo que no esperaba era que algo le dañara ese momento tan ansiado por ella. Nunca imaginó que algún día conocería a alguien que la impactara de tal manera y que, luego de una promesa, rompiera su corazón. Ahí se encontraba Larissa, buscando entre el público al hombre que ella pensó era el indicado. Buscando a ese alguien que no cumplió su promesa y que nunca más verá.
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